viernes, 28 de junio de 2013

Chota festiva, por San Juan y la Flor de Chot


 
 
Así pasean las candidatas a la Flor de Chot, en Chota, Cajamarca.

 Chota es un lugar obligado de visita, por sus paisajes y su buena sazón, por sus saberes y artesanías. En junio es su fiesta en honor a San Juan y por él hay un atractivo certamen llamado La Flor de Chot.




Escenario de Corepuquio donde se realiza el SANJUANPAMPA. Chota, Cajamarca

 

Yanela ha respondido el cómo se preparan las humitas y Maribel ha enumerado las plantas medicinales que curan la gripe o la tos. Muy seguras de sus saberes se han subido a la pasarela y han danzado luciendo el traje típico. Como ellas, otras 61 muchachas, entre 15 a 20 años, se han inscrito para participar en el concurso de la belleza campesina La Flor de Chot.  Se han puesto los fondos y la pollera, la blusa, el sombrero, los collares, una alforja estilo prosa con las aves en el centro y las frases típicas: “Adiós te digo, pero no para siempre”,  “Mi nombre encontrarás, pero mi cariño jamás”,  “Solo con la muerte te olvidaré”.

Así es, en la ciudad de Chota, a 150 kilómetros al norte de Cajamarca, cada año se vive una gran fiesta en honor a San Juan Bautista. A una imagen replicada en dos porque la tercera no se sabe dónde está. A la que vive en el templo se la saca en procesión el 24 de junio, a la pequeña, al sanjuancito que habita la casa de doña Victoria Bernal, cuya encargada actual es su hija Lucía, le bailan los Maichilejos, esos personajes enmascarados que revientan de emoción cuando les ponen la música del carnaval cajamarquino.
 
 
Dirigidos por don Luis Rubio, quien heredó del abuelo la tradición, llegan a buscarlo en bullicioso recorrido. Lo cogen sobre los hombros y avanzan con él balanceándolo de un lado a otro. Este sanjuancito es el fiestero, al que no le importa perder un dedo si se trata de celebrar y avanzar por el mercado hacia la salida del pueblo para encontrarse con un estallido popular en la explanada de Corepuquio (fuente de oro), un lugar lleno de color que tiene su punto máximo de expresión el día 23 de junio cuando se transforma en  una gran feria y se convierte en lo que los chotanos conocen desde 1992 como SANJUANPAMPA.

Sanjuanpampa deja de respirar cuando aparece en el estrado el diminuto San Juan, quien mira por derecha e izquierda para saludar a sus devotos a ritmo de los Maichilejos y darles la bendición en medio de chicharrones y fritangas, de cuyes con papas, fajas decoradas y algodones de azúcar, una demostración de motocross, un partido de fútbol, el paseo de los caballos de paso, una suculenta muestra de platos típicos hechos a base de chiclayo y maíz, de la rica chochoca. “Benditos todos, a seguir bailando”, parece decir este San Juan que debe cobijarse bajo un toldo mientras escucha repetir, decenas de veces, la canción aquella de la chotanita. Señal de que las candidatas están en plena presentación levantando el sombrero y mandando besos volados, sonriendo.

La Flor de Chot revalora el espíritu querendón y alegre de la mujer campesina, la que no solamente tiene que ser bella, sino también conocedora de su tierra y sus costumbres,  del ordeño de las vacas, del hilado y el tejido a callhua, de cómo teñir los hilos, del poder curativo de las plantas medicinales, de las sazones y secretos de guisos y mazamorras.

Fueron 63 jóvenes, representantes de instituciones y comunidades de la provincia de Chota, las que se disputaron el título durante dos fechas. Al final, con esfuerzo y talento, pues Yanela Bustamante se hizo de la corona y la vimos emocionada, junto a Deysi Guevara, Señorita Simpatía, y a Maribel Villanueva, ganadora del mejor traje típico.

 
                                            

miércoles, 19 de junio de 2013

Doña Elsa y los Dulces Jaujinos



 

"Tradición que aún se mantiene, a diario y en días especiales. Saborear los dulces es recuperar también parte de la historia de Jauja."


 

A doña Elsa Dionisio el cariño le sobra, así que su regalo cotidiano es un abrazo y una frase halagadora para cambiarte el día al instante. Esta mujer, dedicada por años, a los panes y dulces, es capaz de reseñarte cada creación que inunda su panadería todas las mañanas. Aquella es una aldabita y la más pequeña se llama aldabitita, ambos bocaditos se inspiran en las clásicas aldabas de portones y puertas de la siempre acogedora ciudad de Jauja, la primera capital del Perú, la entrada al Valle del Mantaro, el sueño exagerado y reinventado por los españoles, el país idílico.
 
En España cuando hay un momento de máxima felicidad se usa la frase: “esto es Jauja” o “vivir en Jauja”. Las virtudes de esta región se exageraron, se desvirtuó en el imaginario colectivo hasta hacerlo parecer un paraíso, donde todo era oro y por los ríos corría miel o leche. Un edén culinario. Edén culinario que hemos recuperado gracias a las lagrimitas y alfajorcitos, a los panes de maíz y las roscas de yema, a los panes de huevo, a las técnicas artesanales y recetas heredadas de la tradición y la costumbre, la que no se pierde, la que descansa en la fiesta de la Virgen del Rosario, pues en honor a la patrona, se amasa el pan dulce que sabe a fruta, chancaca e hinojo, al cual se le conoce como mollete.
 
Doña Elsa unta el manjar blanco en cada galleta que unirá para crear el clásico alfajorcito, mientras Santiago, el maestro panadero habla de los panes de huevo, aquellos panes que tienen ese nombre pero no llevan huevo en su preparación. Como ha sucedido siempre, la denominación quedó a pesar de que el por qué se fue esfumando con el tiempo. Estos panes servían para hacer el trueque con los huevos de gallina. Venían las gentes de las alturas a la Feria de Jauja y los intercambiaban con los panes que adoptaron el calificativo aunque hoy simplemente se vendan.



 

A Jauja podríamos colorearla un poco más, recuperar fachadas de algunas casas que están en el centro y darles la prestancia que la ciudad necesita. Una ciudad histórica merece calles empedradas, una señalización para quienes desconocen el orden diagramado y buscan la oportunidad de encontrarse con el pasado, con el festejo alucinante de la Tunantada, danza de personajes y épocas, Patrimonio Cultural de la Nación.
Manuel y Magloria, mis guías, han armado un recorrido, olfateando y aromatizando mi camino de sazones diversas y sabores intensos. Un lugar básico en esta historia es la feria, donde la gente llega con negocios distintos, panes, comida, artesanías y más. Los días de feria son miércoles y domingo. Claro está que no solo se trata de puro intercambio comercial, sino, obviamente de relaciones amicales, de reencuentros, de conversa en medio del chancho al horno, panes, gelatina de patita y chicha como la de doña Primitiva que anda muy solicitada.
 
Las aldabititas irán al horno y luego se las bañará en azúcar impalpable. En ese horno a leña, se usa el eucalipto y el aliso para hornear los dulces que van en lata mientras los panes se ponen al piso. Los dulces jaujinos son diversos, hay más aún, los panes de maíz son bocaditos y no panes; la masa de las roscas de yema debe ser sobada con intensidad, las roscas armadas se cosen como los fideos y cuando van al horno se revientan como si fuesen rosas. Antes para que la masa se hinche usaban la chicha de jora y el azúcar impalpable era la azúcar molida y blanqueada. Desde 1940 aquí, en esta panadería, se ha creado una historia llena de saberes y talentos que menos mal no se han perdido.

 




 
Dato:
 
Panadería LaraJr. Sucre 441, Jauja

miércoles, 12 de junio de 2013

Teófilo Araujo, el Hojalatero


 

"Ayacucho es tierra de artesanos, talento innegable y admirado. Don Teófilo Araujo es el máximo representante del arte de la hojalatería. Sus trabajos son reconocidos dentro y fuera del Perú. En estas épocas la herencia artesanal está a buen recaudo"


 
 
Teófilo Araujo, depositario del saber artesanal del arte de la hojalatería. Ayacucho. Perú
 
 
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Tuvo que llenarse de valor para crear esa cruz y ponerla en lo alto de la capilla del barrio San Jacinto,  en el poblado de Espite, su tierra natal, allá en Vilcanchos, en la provincia de Víctor Fajardo. Cincuenta centímetros de altura, a puro remache e imitando símbolos cristianos que yacían en la cima de los techos, fueron suficientes para transformar la lata. Elogiado y aplaudido por sus paisanos, el joven Teófilo Araujo había encontrado un oficio, como el de su tío Tomás Choque, quien le enseñó a convertir las latas de manteca y alcohol en cruces y objetos utilitarios.

Pero Teófilo buscaba más, así que tuvo que migrar a la ciudad de Ayacucho.

Montó un pequeño negocio y se puso a crear mecheros rústicos, ralladores e intentó con los baldes. Como aún no se hacían famosos los plásticos había espacio para la hojalata.
 
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Verlo sentado en medio de colores, con sus cruces y candelabros impregnados de dibujos y decorados, no es fácil imaginar todo el proceso que ha significado llegar hasta aquí. Aunque claro, si superó su discapacidad abriéndose paso, era previsible pensar que podía ganarle a la desesperanza de perder todo por un robo o un terremoto. “Siempre el que cae se levanta, el bebé también aprende caminando, hay que andar, no hay que desanimarse, alquila herramientas, sigue trabajando, tú eres joven, sigue trabajando”, repite don Teófilo recordando a sus vecinos y amigos que intentaban animarlo a continuar cuando perdió la inversión que tanto esfuerzo le había costado conseguir.
 
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Aquella mujer, extranjera ella, llegó a buscarlo con doce candelabros, quería que los repare y le haga doce nuevos.  “Pero ¿de qué voy a hacer?, me decía yo,  de calamina no voy a hacer, pues esto había sido de lata. Compré lata de aceite, la volteé  para que se pierdan los letreros y trabajé. La gringa me dejó los 12 candelabros que he reparado y los 12 nuevos se los llevó. Entonces, esos que me dejó quedaron como modelos”, dice don Teófilo, con la tranquilidad y la alegría que da el paso del tiempo, el saber que tanto golpe tiene su recompensa y hoy puede hasta ensayar un gran relato porque está rodeado de los hijos, de la familia, que continúa y le da empuje a esta tradición. A esta tradición creada desde lo inservible y el ingenio, desde la perseverancia y la humildad, desde la paciencia que da pasos agigantados y se transforma en un arte, donde se combina lo utilitario y las piezas delicadas que aman los coleccionistas en ferias nacionales e internacionales, en premios que ha ganado, en reconocimientos que hoy consideran a don Teófilo como un Gran Maestro Artesano.

 
 


Pintar de Colores
 

¿Cómo así se interesa por darle color a sus trabajos?
- Porque la lata se ha oxidado, entonces me devolvían y a veces con desprecio “la lata se oxida”, decían. Entonces empecé a pintar, pero con un solo color, balde rojo, gallo blanco, así nomás.
¿Y después, cuándo ya más o menos se da este cambio, de ponerle más detalles, de ponerle dibujos, tipos de colores?
- En 1998 más o menos hemos innovado, ya que uno de mis hijos trabajaba haciendo retablos y de allí  he aprendido el retoque y los dibujos. He practicado y lo hemos aplicado a la lata. Fue ahí que ya se hicieron más llamativos nuestros trabajos y más le ha gustado a la gente. Ya los aceptaba mejor.  
 
                                                  
 

 Hojalatero de Profesión
 

A partir de 1998 recibe invitaciones constantes de instituciones y personalidades vinculadas al arte popular tanto en Ayacucho como en Lima e internacionales. Estas le incentivaban a desarrollar aún más la hojalatería pintada y lo motiva a trabajar más intensamente en su taller familiar.
 En 1999 obtiene el Premio Nacional en la línea de hojalatería del Concurso Nacional Inti Raymi organizado por Raymisa.
 El año 2000 su taller creció y la demanda de sus productos, sobre todo vinculadas a formas de candelabros pintados y sombreados al estilo de los retablos ayacuchanos, inventada por su taller, esto hizo que aumentaran sus pedidos a nivel nacional e internacional. Actualmente tiene un taller próspero, juntamente con su esposa Cristina Ayala e hijos como: Mariela, Janeth, Lucy, William, Jang, Frank y Mileyne. Un stand como socio del mercado Artesanal “Shosaku Nagase” de Ayacucho . Asimismo en la actualidad Don Teófilo se organizó conjuntamente con los artesanos hojalateros de Ayacucho y formaron la Asociación de Artesanos en Hojalatería Eslabón- Araujo (AHEA-A). Para poder trabajar con productos competitivos en esta era de la globalización.

En el 2010 gana el Primer Puesto en el concurso nacional "Premio Adulto Mayor AFP Prima 2010

 

 

Contacto:
 
Asociación de Artesanos en Hojalatería Eslabón Araujo
 
Jr. las Dalias N.365 Miraflores
 
San Juan Bautista, Ayacucho, Perú
 
Tel: +51-66-312084
 
Cel: +51-66-966642075
 
RPM: *935116
 
Email: hojalater@live.com
 
          gerencia@lahojalateria.com
 



Fotos: Martín Alvarado Gamarra.