"Tradición que aún se mantiene, a diario y en días
especiales. Saborear los dulces es recuperar también parte de la historia de
Jauja."
A doña Elsa Dionisio el cariño le sobra, así que su regalo cotidiano es un abrazo y una frase halagadora para cambiarte el día al instante. Esta mujer, dedicada por años, a los panes y dulces, es capaz de reseñarte cada creación que inunda su panadería todas las mañanas. Aquella es una aldabita y la más pequeña se llama aldabitita, ambos bocaditos se inspiran en las clásicas aldabas de portones y puertas de la siempre acogedora ciudad de Jauja, la primera capital del Perú, la entrada al Valle del Mantaro, el sueño exagerado y reinventado por los españoles, el país idílico.
En España cuando hay un momento de máxima felicidad se usa la frase: “esto es Jauja” o “vivir en Jauja”. Las virtudes de esta región se exageraron, se desvirtuó en el imaginario colectivo hasta hacerlo parecer un paraíso, donde todo era oro y por los ríos corría miel o leche. Un edén culinario. Edén culinario que hemos recuperado gracias a las lagrimitas y alfajorcitos, a los panes de maíz y las roscas de yema, a los panes de huevo, a las técnicas artesanales y recetas heredadas de la tradición y la costumbre, la que no se pierde, la que descansa en la fiesta de la Virgen del Rosario, pues en honor a la patrona, se amasa el pan dulce que sabe a fruta, chancaca e hinojo, al cual se le conoce como mollete.
Manuel y Magloria, mis guías, han armado un recorrido, olfateando y aromatizando mi camino de sazones diversas y sabores intensos. Un lugar básico en esta historia es la feria, donde la gente llega con negocios distintos, panes, comida, artesanías y más. Los días de feria son miércoles y domingo. Claro está que no solo se trata de puro intercambio comercial, sino, obviamente de relaciones amicales, de reencuentros, de conversa en medio del chancho al horno, panes, gelatina de patita y chicha como la de doña Primitiva que anda muy solicitada.
Las aldabititas irán al horno y luego se las bañará en azúcar impalpable. En ese horno a leña, se usa el eucalipto y el aliso para hornear los dulces que van en lata mientras los panes se ponen al piso. Los dulces jaujinos son diversos, hay más aún, los panes de maíz son bocaditos y no panes; la masa de las roscas de yema debe ser sobada con intensidad, las roscas armadas se cosen como los fideos y cuando van al horno se revientan como si fuesen rosas. Antes para que la masa se hinche usaban la chicha de jora y el azúcar impalpable era la azúcar molida y blanqueada. Desde 1940 aquí, en esta panadería, se ha creado una historia llena de saberes y talentos que menos mal no se han perdido.
Dato:
Panadería LaraJr. Sucre 441, Jauja
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