El objetivo será Luricocha (Huanta- Ayacucho) y admirar
una vez más su fiesta de las cruces. Pero mientras las encontramos y armamos
nuestro relato devocional, avancemos hacia
la cálida Huanta.
Huanta es encantadora, siempre, no solo en cruces o semana santa. Luricocha tiene historia festiva y productiva, con la palta y sus maderos sagrados que corren.
El 3 de mayo es día de las cruces
HERMANAS. Pachapunya fue dinamitada por los terroristas y ahora existen: la nueva y la herida.
Seguimos por una carretera afirmada y conversamos sobre
las bondades del valle. Me hablan de su plaza llena de palmeras, de la iglesia
matriz o templo de San Pedro, construido en casi cien años por hombres venidos
de lugares lejanos. Me cuentan también del Templo Sagrado Corazón de Jesús, al
que llaman Convento de los Padres Redentoristas. “Es un lugar lleno de paz”, me
dicen e imagino el gran patio y el hermoso recinto. Aún no hemos completado los
48 kilómetros al centro de Huanta y nos detenemos. Desde Villa Florida, que está junto a la
carretera, continuamos hacia el este por una trocha. Tomamos un camino de
tierra para ir hacia los restos arqueológicos de Tinyaq, ubicados sobre una
colina, en las alturas de las localidades de Macachacra y Villa Florida, en el
distrito huantino de Iguaín.
HERMANAS. Pachapunya fue dinamitada por los terroristas y ahora existen: la nueva y la herida. |
Ernesto Valdez es un hombre dedicado a investigar estas reliquias. Aunque se queja de la falta de apoyo y de interés de parte de las autoridades competentes, edita con mucho esfuerzo la revista arqueológica Warpa que describe al detalle todos sus hallazgos. Y está ahí, mostrándome entusiasmado Tinyaq, conocida también como coronilla. Recorremos los recintos de piedra y barro, cada uno de 6 a 8 metros de largo por 4 a 5 metros de ancho orientados en forma lineal y con puertas de entrada a ambos lados.
Hemos regresado
por la ruta hacia Ayacucho y a un costado de la carretera, bajamos y observo
maravillada el puente colonial de Ayahuarcuna. Es de cal y piedra, construido
en 1771 por disposición del corregidor y justicia mayor de San Pedro de Huanta,
don Domingo Encalada y Torres. Antes debió ser de paja, refiere Ernesto, porque
está conectado con el camino inca o Cápac Ñan. La historia afirma
que en este puente los aguerridos Pokras, degollaron y colgaron a los tenientes
del inca Wiracocha. De ahí el nombre de Ayahuarcuna, lugar donde se cuelgan los
muertos.
La fiesta de las cruces
La fiesta de las
cruces es para este lugar un momento máximo de alegría, pues no solo llegan al
templo de Luricocha las cruces grandes o famosas, sino también las pequeñas, las
de la casa, las del barrio. Y es que durante el 3 de mayo, día dedicado a los
maderos, éstos serán benditos y con esa
nueva energía volverán a sus peañas o altares, donde permanecerán durante todo
el año.
Pero claro, las
cruces símbolo de Luricocha son dos: el Señor de Huatuscalle, patrón de las
capillas, y al Señor de Pachapunya, patrón de los calvarios. Cuentan que la
Cruz de Pachapunya fue
dinamitada por los terroristas y de sus astillas (las que encontraron) la
rearmaron y se la llamó “la herida”.
Después, mandaron hacer otra, que es “la nueva” y quien reemplaza a la
anterior en algunos actos, por cansados y pesados, como la carrera del tres de
mayo.
Cuando llegan
Pachapunya y Huatuscalle la ceremonia litúrgica recién podrá comenzar. La gran
cruz (Pachanpuya) que va acompañada del madero que la reemplaza en el cerro, a
donde ya no puede subir, aparece de pronto y alborota a los fieles. No solo por
la fe que le tienen, sino porque quienes la cargan, los yugos, hacen un enorme
esfuerzo para avanzar y abrirse paso entre la gente.
Cada cruz tiene su cuadrilla de Chunchos, personajes arrancados de la selva, con la túnica o
cushma, los collares de semillas, la flecha de chonta y las antaras típicas que
no pueden dejar de sonar y así, evocan a los danzantes del Antisuyo. A las cruces, incluso las visten, con varias casuyas, chalinas, campanitas, s mates y el clásico
chicote denominado tres puntas. Para asegurar la parte central y darle un toque
más auténtico, le ponen las mantas.
En el culto de los
antiguos peruanos, las deidades andinas se han ido transformando con el paso
del tiempo. Desde hace más de 500 años, el culto a las huacas, cerros tutelares
y apachetas del incanato ha sido reemplazado por la veneración a la Santísima
Cruz. Y aunque el madero es el símbolo del cristianismo, en el Perú sigue
siendo un buen pretexto para homenajear a la tierra y a esos dioses que nunca
se fueron.
Los miembros de cada pago o comunidad se organizan para adornar sus
cruces y prepararlas para la procesión. Antes de la carrera, la solemnidad es
representada por Pachapunya, patrón de los calvarios. Como no puede correr,
avanza lento junto a los maderos que lo acompañan. Luego se iniciará la carrera de cruces
alrededor de la plaza de Luricocha. Quien lidera este acto es Huatuscalle, el
patrón de las capillas. Él, por ley tendrá que ganar.
VENERACIÓN. Con hierbas y casuyas, chalinas y cariño decoran las cruces antes de llevarlas al templo. |
Lugar: Luricocha. Huanta. Ayacuchco
Altitud: 2 564 msnm
Recorrido: Está ubicado al norte de la provincia de Huanta (a
5minutos). De Ayacucho a Huanta hay 53Km (1h en auto) y desde Lima a la ciudad
de Ayacucho hay vuelos diarios muy temprano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario