Se necesitan muchos días para sentir y mirar Huánuco. Hemos recogido algunos datos y le sugerimos una que otra visita. Ordénese y disfrute. Déjese llevar por la magia de la ciudad de la eterna primavera.
La Muy Noble y Muy Leal Ciudad de los Caballeros del León de Huánuco vive orgullosa del título otorgado por los reyes de España y sueña entre centros comerciales, vida nocturna y ruidos habituales de una ciudad. Sus símbolos son el león y el águila real. Aunque las lluvias se mantienen desde diciembre hasta abril, el calorcito siempre está presente. Recorrer la Plaza de Armas significa encontrarse con su pileta construida en 1845 y esos árboles refrescantes de ficus y jacarandás. Pasee por la Alameda La República y observe la belleza de la iglesia Nuestra Señora del Patrocinio. Siga caminando y descubrirá el pequeño templo de San Cristóbal, la primera iglesia edificada por los españoles a su llegada al Valle del Pillco en el año 1541. El puente calicanto se ve impresionante sobre el Huallaga, data de 1879 y su estructura queda como testimonio del material usado: piedra de canto rodado, cal, arena y clara de huevo.
Herederos
de los Yarowilcas
1.-
Desde lo alto puede atrapar a Huánuco con sus ojos. Quizá deberá certificar la
eterna primavera. Quizá deberá recordar el Cóndor Pasa y evocar a su creador,
el huanuqueño, Daniel Alomías Robles. Quizá prefiera saber un poco más del
Señor de Burgos, patrono de esta tierra, o quien sabe, y ya está imaginando
danzar a los Negritos, siguiendo el ritmo de la fe y de los antiguos esclavos. De
su profunda devoción en el niño, de aquella escena espectacular al finalizar su
participación en diciembre o enero, cuando bailando se quitan cada pieza del
traje y al llegar a la máscara descubrimos a jóvenes y adultos llenos de
tristeza y llanto pues no saben si estarán el próximo año para seguir venerando
al Jesús que tanto aman.
2.-
Tendrá que probar el emblemático locro de gallina y realizar un obligatorio
paseo por Tomayquichua, el valle templado. Es un lugar atractivo por su hermoso
paisaje, sus leyendas de amores y hechizos, por
Micaela Villegas o La Perricholi que cuentan vivió allí. Por la pluma de
Enrique López Albújar, quien escribió la novela “El Hechizo de Tomayquichua” y
ahí nomás está su casa. Dicen que aquí los sentidos enloquecen y el corazón se
desborda. Habrá que creerlo o al menos tener la sensación de que es así, solo
es cuestión de dejarse llevar y alucinar con las historias que en este lugar
todos saben contar.
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