Resumiendo, siempre quedan los cariños, los buenos deseos y las sorpresas ante un producto distinto, ante un ingrediente procesado que ahora nos da más, porque al fin ha llegado hasta nosotros. Recorrer el Gran Mercado de Mistura ha sido, otra vez, una experiencia invalorable, tanto como visitar y aprender de lo que vemos y consumimos en algunos mercados y ferias del Perú.
Productores en el Gran Mercado de Mistura. A ellos se les encuentra los domingos en las ferias de la avenida Brasil. |
Recordar esta experiencia
me ha servido para darme una vuelta por el Gran Mercado de Mistura y descubrir
las racachas traídas por los pobladores de Amazonas, los ajos tiernos de los
productores de Chuschi (Ayacucho); las papas nativas, mashuas y ollucos de
Edilberto Soto; las hierbas aromáticas, tomillos y romeros, la muña de la gente
de Pampas (Tayacaja, Huancavelica); los productos procesados de la leche de
cabra, las mermeladas, las chichas de quinua, la mieles, las paltas y la maca,
las piñas del VRAEM, las yucas de Quillabamba, los chifles de Noé, la salchicha
de Huacho.
Aprender será valorar el
trabajo, el concepto de lo orgánico, del comercio justo, y quizá, cuando
hagamos un viaje por Jauja, Cajamarca, Andahuaylas, Tingo María, Huánuco,
incluyamos en nuestras visitas obligadas un recorrido por los mercados y
ferias, por las tiendas locales que ya empiezan a promover los productos
típicos de la zona, los naturales y procesados. Este eje viajero también será
una experiencia de conocimiento y aprendizaje, de disfrute. A partir de un
insumo emblema, sea fruta, verdura, tubérculo, etc, reconocer procesos y
técnicas, beneficios al consumir y formas de hacerlo. Así podríamos tener o
emprender más rutas: del cacao, el café, el camu camu, el tocosh, el
aguaymanto, el kushuro, las racachas, la maca, el queso, la quinua y la kiwicha,
el tomate de árbol o pepino o tomate de España o berenjena.
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