Tendrás que vestirte de gala,
Salpicado de alegría
Aderezado de fe
Estás en el centro del universo
En tu sucursal del cielo
Apapachado por la patrona
Saboreando otra vez… TU FIESTA
Marcados
de fiesta, así están. Cubiertos de papel cometa, extasiados. Reventando
cohetes, quemando fuegos artificiales, danzando alrededor del corazón, de la
vida, del color. Son seres que celebran y respiran devotos, de su patrón o
patrona, de sus fuegos artificiales, de la comida de víspera, del dulce a las
cuatro de la tarde, del baile al mediodía, del tañer de la campana, de la
procesión.
En el
Perú el lenguaje de la fiesta patronal significa movimiento. Miles de peruanos
y peruanas se desplazan motivados por el festejo central de su pueblo. Hay
quienes hasta marcan sus vacaciones con el mes de su santo, virgen o cristo. Y
el objetivo de los ahorros es ese, gastar hasta el último centavo brindando
porque así es cuando la fe y el origen jalan. Y jalan tan fuerte que si los
paisanos alcanzan el éxito económico se manifestarán con mayores galas.
Asumirán la responsabilidad de costear el mega evento en homenaje al patrón o a
la patrona que conocimos desde niños.
Según
el Directorio Nacional de Principales Festividades a nivel distrital, elaborado
en este año por el INEI, en el Perú existirían 6882 celebraciones cívicas y
patronales a lo largo de la costa, la sierra y la selva. Huarochirí (Lima)
sería la provincia con más festejos al año. Yo recuerdo entre tantas la de San
Francisco. Claro, como siempre, cada festividad está asociada a relatos
diversos. Ésta sucede en Sisicaya (Huarochirí. Lima), a un par de horas de la
ciudad.
Sisicaya es un pueblo muy antiguo, maldito por un
designio del pasado y bendito por el poder de su patrono San Francisco que
junta a sus hijos en el mes de octubre. Dicen que es uno de los primeros
poblados del Perú. Su fundación no tiene referencias exactas, pero algunos
estudiosos se atreven a señalar que fue por 1552. Está rodeado de cerros
marrones, de piedra y tierra, y cuentan que como comunidad campesina se creó el
24 de febrero de 1740. Ricardo Palma habla en sus Tradiciones Peruanas sobre
Los Malditos, aquellos habitantes de esta tierra que veneraban una cabra de oro
y plata y por ello fueron excomulgados y maldecidos. Según la leyenda, creada
después de muchos años, la bendita cabra suele salir en las noches de luna
llena a beber agua del río Lurín.
De acuerdo al registro del INEI, entre las regiones Lima,
Ancash y Ayacucho se concentran por lo menos el 30 por ciento de fiestas. La
cantidad debe haber sido mucho más, pues lo que ha sucedido a lo largo del
tiempo es que a falta de financiamiento, se han juntado los homenajes en uno
solo. Podemos encontrar por ejemplo, como en Upahuacho (Parinacochas. Ayacucho)
que en el mes de octubre celebran en conjunto: Santo Domingo de Guzmán. San
Francisco de Asís, el Señor de la Agonía y la Virgen del Rosario. A ritmo de
arpa y violín las imágenes describen el perímetro de la plaza y al finalizar
cada recorrido procesional, los cargontes realizan el día chupi. Intercambian
licores y bailan, preparándose quizá para acudir al banquete en casa del
mayordomo de turno. Los upahuachinos, conocidos también como sapochalones (en
la zona abundan los sapos), festejan bebiendo
ponche de maní y participando muy alegres en las dos tardes taurinas.
La Virgen
Llapina
En Ancash, a cuya capital llegamos vía aérea gracias a LC
PERÚ, es una región variopinta. Con gran cantidad de costumbres auténticas y
ancestrales. Se puede encontrar a Pizarro y al Atahualpa, saborear un jakacashky
(cuy frito y trigo resbalado) o danzar en medio de un jolgorio con Shaqsha o el
Quispi cóndor que hoy corretea buscando a la Virgen Copacabana de Llapo
(Pallasca. Ancash), cuyo dia central es el 21 de noviembre.
Aquí en esta tierra alejada, la fiesta comienza con la
vuelta de vaca. Todos deben saber que habrá buena comida y que cada uno de
los tres devotos cumplirá como se debe. Uno
se encarga de bajar a la Virgen del altar mayor, otro de llevarla por las
calles en su fecha central y el tercero de realizar la carrera de cintas, donde
se elige a los que tomarán la posta el próximo año. Existen dos imágenes de la
patrona, una grande que preside las celebraciones antes del día principal y una
pequeña que aseguran fue traída por Santo Toribio de Mogrovejo.
Esta noche es
la luminaria o víspera, se prenden los castillos y juguetea el dragón y el
hombre pirotécnico. Los llapinos somnolientos vuelven a sus camas y unos
cuantos, haciendo oídos sordos a la invitación del devoto, se quedan dormidos.
Es el momento para que los comisionados realicen el “cushull”. Irrumpir
irreverentes en la casa del dormilón y llevarlo a la casa del devoto. Si es
culpable será sentenciado a pelar con las uñas doce yucas y doce camotes.
Vaya
sentencia porque al otro día, tendrán que seguir jugando. Irán al estadio a
observar como sus paisanos escenifican el drama denominado El Rey Inca, el mismo que tiene como protagonistas a
Felipillo, Pizarro, Atahualpa, al Viso y al Quispi Cóndor. Es la recreación
de la captura y muerte de Atahualpa en
manos de los conquistadores.